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5 aspectos a tener en cuenta al construir la fachada de nuestros edificios

facade of a steel building
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CONSTRUIR UNA FACHADA MEMORABLE


Las fachadas forman parte de la identidad del edificio. Son la primera expresión e imagen que percibe la gente y condicionan la forma de pensar sobre el uso del edificio. Representan la personalidad del inmueble y son su forma de presentación al entorno.

En este artículo repasaremos cinco aspectos que se tienen en cuenta a la hora de diseñar la fachada de los edificios. El tema se aborda sin ningún carácter técnico riguroso, sino que es fruto de la experiencia personal a lo largo de los años, y de una recopilación de valoraciones de arquitectos y diseñadores.

Con este post, pretendemos destacar la importancia de la fachada en un proyecto arquitectónico, las consideraciones sobre el entorno, la fuerza que queremos transmitir con las formas y contrastes del proyecto, así como una adecuada selección de materiales.

1.    La imagén que se quiere mostrar

Durante los años 50 y 60 se produjo un debate entre los arquitectos más influyentes de la época sobre si la fachada debía ser un reflejo de lo que ocurría en el interior del edificio.

Este concepto es la base que desarrolla una corriente contraria a lo que se venía haciendo en los años anteriores, cuando la fachada era expresión de opulencia o poder. Cada una de ellas se desarrollaba con matices diferentes, según el continente.

Esta búsqueda del funcionalismo tenía como premisa que todo lo que se construyera debía responder a una función en sí mismo. Es decir, la fachada debía reflejar las funciones del interior. Si era una biblioteca, por ejemplo, su estética exterior debía ser fácilmente reconocible como tal; si era una fábrica, su fachada debía indicar que era, en realidad, una fábrica.

En los años 80 y 90 esta tendencia sufre un giro debido a los avances tecnológicos en los sistemas de construcción y tanto el acero como el cristal cobran protagonismo. Algunos dicen que es un periodo oscuro de escasa creatividad, otros lo califican de enfermedad necesaria para el desarrollo de la arquitectura de finales del siglo XXI: «arquitectura internacional».

Vemos ejemplos de edificios con estructuras de acero recubiertas totalmente de vidrio, independientemente de su uso. Desde oficinas, centros comerciales, edificios institucionales y, en algunos casos, incluso fábricas. Parecía que todo lo que estaba cubierto de cristal era bueno.

El origen estaba en los países anglosajones y nórdicos, donde los grandes ventanales aprovechaban la captación de la luz solar y generaban espacios abiertos conectados con el entorno. Aunque era una solución válida para algunos entornos, el crecimiento sin criterio, en pos de la modernidad, nos llevó a ver este tipo de edificios en zonas muy cercanas al trópico.

El uso excesivo de aires acondicionados para contrarrestar el efecto invernadero provocado por este tipo de fachadas, nos hizo replantearnos si la idea de modernidad hacía válido todo esto.

En países como México, el Caribe, Centroamérica y Colombia, entre otros, una nueva ola de arquitectos más conscientes de la búsqueda de la eficiencia y la optimización de los recursos, les hizo dar un paso atrás y replantearse el uso de este «lenguaje internacional» simplemente porque estaba de moda.

Por eso, desde los años 2000 en adelante, los nuevos movimientos arquitectónicos buscan edificios que no sólo cumplan una función identitaria, sino que aporten soluciones adecuadas de eficiencia y ahorro energético. La nueva imagen es: «Soy verde y responsable». Pero lo más importante es que esto sea cierto.

2.    Medio Ambiente

Lo ecológico vende. Y no debe ser sólo por la imagen positiva que proporciona. La importancia de conocer las condiciones del entorno en el que se ubica el edificio debe formar parte de las variables y condicionantes a resolver por el arquitecto.

Incidencia solar, vientos dominantes, lluvia, nieve, etc. En función de estas condiciones, la «piel que recubre el edificio» debe ser la que mejor se adapte a estos elementos.

Por eso en zonas de la Toscana italiana encontramos fachadas de piedra y estuco de arcilla de la región, que no sólo nos dan esos colores que nos vienen a la mente cuando vemos películas de esas latitudes sino que son materiales que protegen del calor extremo en verano y evitan la pérdida de calor en las frías noches de invierno.

Lo mismo ocurre con las fachadas de algunos pueblos del norte de España y Francia, donde encontramos pintoresco el uso de tejas de barro cubriendo sus fachadas. Esto responde a un sistema de «impermeabilización» de sus muros para evitar la entrada de humedad al interior de la vivienda en épocas muy lluviosas.

Otro ejemplo son los edificios residenciales de Lima, la capital de Perú, donde sus cubiertas están construidas sin pendiente, es decir, completamente planas. La razón es que las precipitaciones son prácticamente inexistentes, por lo que el tejado no necesita pendiente. Si pudiéramos ver estos edificios desde arriba, nos daríamos cuenta de que la mayoría de ellos se utilizan como almacenes al aire libre.

3.   Las formas

Volumen, muros, quiebrasoles… Las formas tienden hoy a responder a los usuarios y volvemos al funcionalismo, a la expresión de la función del edificio. Fachadas verdes, y muros ciegos en zonas de alta incidencia solar para climas tropicales.

Aberturas y voladizos ayudan a dirigir los flujos de aire y viento hacia el interior de los edificios, consiguiendo la circulación del aire para su ventilación sin necesidad de medios mecánicos en zonas de clima cálido.

Las formas angulares o curvas contribuyen a mejorar el comportamiento frente al viento de los edificios altos. En la carrera de los rascacielos, el túnel de viento es una herramienta más para encontrar las formas exteriores de los edificios que mejor se comportan en condiciones de viento.

Las formas exteriores también nos ayudan a orientarnos porque nos permiten percibir dónde están los puntos de acceso. Resaltan o delimitan la mirada hacia los puntos de circulación peatonal. Las formas pasan a formar parte del lenguaje que nos permite comprender la función del edificio.

Hoy en día, los avances en la fabricación de materiales como, por ejemplo, los paneles aislantes, nos ofrecen una gran variedad de posibilidades para instalar como fachadas. Desde variaciones de texturas y colores hasta el juego de instalación con variaciones de superficies y figuras geométricas, convirtiéndolo en un producto versátil.

4.    Los contrastes

A nuestro cerebro le interesa lo que genera algo inesperado, diferente, algo que contrasta o destaca del resto que lo rodea.

En arquitectura, la teoría de «huir de lo falso histórico» se utiliza a menudo en los nuevos edificios que van a ubicarse en lugares históricos. Con esto queremos decir que, si el edificio es actual, no tiene por qué imitar exactamente a los edificios antiguos adyacentes. Así se evita caer en la duplicidad con facilidad.

Es por ello que uno de los grandes maestros de la arquitectura mexicana, Teodoro González de León (1926-2016), junto con su socio Abraham Zabludovsky desarrollaron un lenguaje de contrastes en la fachada de sus edificios de manera sutil e incluso transicional, pero al mismo tiempo impregnada de identidad.

En el lado opuesto, y siempre tomando como ejemplo la arquitectura mexicana, encontramos a Luis Barragán (1902-1988), donde la expresión del contraste utilizando el color, y reinterpretando conceptos vernáculos, desarrolla un nuevo lenguaje que impregnará e influirá no sólo en su obra sino en una serie de arquitectos de generaciones futuras.

También tenemos el ejemplo de anglosajones como Eric Owen Moss (1943-), con notables obras que buscan destacar a través del lenguaje de contraste de su entorno. Lo que comenzó como un experimento de renovación urbana en Culver City, Los Ángeles, es un ejemplo de cómo la arquitectura puede contribuir a la recuperación de espacios urbanos. Erick transformó a través de edificios disruptivos con su entorno inmediato. Con fachadas imposibles y generando una nueva lectura de la zona.

5.    Materiales

Hemos hablado del ejemplo del uso generalizado del vidrio. Hace años, durante los siglos XXVIII y XXIX, la influencia francesa de las fachadas cubiertas con láminas metálicas, en algunos casos de cobre o zinc. Su uso permitió que ciudades de Centroamérica, a miles de kilómetros de su origen, tuvieran la oportunidad de construir edificios resistentes a las lluvias, que deterioraban los tradicionales muros de barro.

Con el inicio de los movimientos globalizadores de la época, las fachadas de materiales más resistentes resolvieron problemas de humedad, movimientos sísmicos y climas severos, diferentes a los de sus lugares de origen.

En algunos centros urbanos actuales, como San Salvador (El Salvador), es posible encontrar casas o edificios institucionales de hace 150 años que siguen en pie y están revestidos con este material de fachada, innovador para la época.

Sería casi imposible enumerar todos y cada uno de los materiales disponibles hoy en día para la fabricación de fachadas de edificios. Y la tecnología y los avances en diseño, modelado y fabricación amplían cada día los límites de las soluciones innovadoras.

Lo que sí puedo mencionar es que hay una carrera por la innovación en los edificios públicos, de oficinas y recreativos. En las soluciones para viviendas, se arriesga poco y se dejan las soluciones más comunes, como: revestimientos a base de cemento, ladrillo visto o estucos de última generación. Y en algunos casos fachadas ventiladas, que darían para una entrada entera en el blog.

En el sector industrial, donde prima la eficiencia, la simplificación de formas y la funcionalidad, podemos encontrar aplicaciones en los paneles aislantes. Gracias a su facilidad de instalación, reducción de costes y buen comportamiento en la reducción de la variación de temperatura del interior al exterior, es hoy en día uno de los materiales más comunes para la construcción.

El panel aislante es un material que permite a los usuarios de la construcción obtener ventajas no sólo de tipo térmico sino también de tipo acústico. Gracias a su núcleo de espuma de poliuretano (PUR), poliisocianurato (PIR) o, en algunos casos, lana de roca, el panel aislante funciona como barrera contra las pérdidas térmicas dentro/fuera del edificio, pero también como un excelente aislante acústico.

6. Revolucionar la fachada del edificio con paneles aislantes

Estos cinco aspectos que hemos repasado en este blog nos dan una visión general de la importancia de la fachada a la hora de transmitir la imagen de un edificio y de cómo las tendencias arquitectónicas a lo largo de los años siempre han generado un debate sobre la función y la forma.

Cómo esta dialéctica va evolucionando e incorporando nuevos conceptos que enriquecen el debate a otros niveles: no se trata sólo de ser o no reflejo de algo sino de mejorar aspectos de confort, eficiencia energética, reutilización de materiales, etc. Todo ello redunda en un mayor beneficio para los usuarios de estos espacios.

Hemos hablado de 5 aspectos que son los más comunes, pero hay muchos más que comentar y discutir. De todo esto surge un nuevo elemento: la investigación de nuevos materiales que reflejan la respuesta a la búsqueda de nuevas tendencias de eficiencia, reducción de costes y menores plazos de ejecución.

El panel aislado está aportando soluciones alternativas a los sistemas tradicionales, y cada día se abre más espacio dentro de las soluciones no convencionales, pero que consiguen recoger muchos de los parámetros de eficiencia, coste, plazo, y confort que se demandan. Más opciones para viviendas y propuestas comerciales, más colores y mejor comportamiento en condiciones ambientales adversas, y productos de mayor calidad adaptados a cada necesidad.

El panel aislante se ha convertido en uno de los sistemas constructivos más versátiles de la actualidad. Una solución que arquitectos y promotores de proyectos pueden aprovechar.

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